Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

martes, 16 de septiembre de 2014

Al punto de sal

'Please Like Me' parecía volver dubitativa tras un hiato de más de un año y medio pero los hasta ahora seis episodios emitidos no sólo han mantenido la frescura, novedad y originalidad de la propuesta sino que sus pretensiones como dramedia de 20 minutos parecen evolucionar hacia algo más comprometido tanto con el espectador como con el mundo ficticio creado y protagonizado por Josh Thomas. El hiato creativo -por llamarlo de alguna manera- entre la primera y la segunda temporada también ha servido como excusa para avanzar en el tiempo y retocar personajes secundarios y escenarios. Todo ha cambiado en este muy particular happy place gay excepto el propio Josh -el ficticio-, quien a pesar de reducir su protagonismo, continúa siendo un ni-ni egocéntrico bocazas incapaz de dar un paso hacia adelante sin dar dos hacia atrás. Cierto es que lo que menos importa del relato son su edad o formación universitaria (*) pues lo más concerniente respecto a su evolución como personaje es su status social-amoroso-sexual. La primera temporada, además de presentarnos a Geoffrey como un falso galán, sirvió para que protagonista y personajes satélites aceptaran su homosexualidad con tal naturalidad que resultó de lo más cercano a la realidad. Sin dramones ni tabúes. Para muestra un botón:


Pero 'Please Like Me' no sólo habla de penes y amores adolescentes pues parte del metraje es dedicado a temas tan peliagudos como el matrimonio en segundas nupcias, la enfermedad mental y la muerte. | From here to the end, spoilers | El divorcio de los padres de Josh y la muerte de aunty Pegy hicieron más patente la bipolaridad de Rose. Este segundo año, la serie ha optado por ser muchas series a la vez y lo más insólito del asunto es que el engranaje funciona a la perfección: las desaventuras de Rose en el psiquiátrico, la pequeña nueva familia que ha formado Alan junto a su excéntrica esposa china y la heterogénea pandilla de colegas formada por Josh, Tom, Patrick y Claire con las apariciones esporádicas de las patéticas pero hilarantes Niamh y Jenny, los ligues de un cada vez más sexy Tom. Geoffrey volvió sin pelazo e igual de indeciso pero tras el polvo de despedida y consolación -su padre acababa de fallecer- con Josh, desapareció de la ecuación para dar carta blanca a Patrick y Arnold como intereses amorosos del protagonista. El único pero es que han recurrido de nuevo a la muerte de un personaje -esta vez, Ginger- para dotar de mayor dramatismo a la recta final de la temporada. Su suicidio no es gratuito sino totalmente coherente al background de su personaje y entorno pero deja un regusto amargo al haber sucedido esquemáticamente igual a la muerte de aunty Pegy. Quedan aún cuatro episodios por emitir (**) pero no hay nada que temer pues ya hay una tercera temporada confirmada. Gracias a Ambiente G por hacerme descubrirla en su momento.

(*) Como contraste, en 'Girls' son factores fundamentales para la caracterización de Hannah Horvath.
(**) Los domingos en Australia a través de ABC2 y los lunes en Estados Unidos a través de PivotTV.

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