Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

sábado, 31 de mayo de 2014

La escena de la semana (XIV)


Sin spoilers | Si el otro día hablé tan fervientemente de Xavier Dolan fue por el sonado éxito de 'Mommy' (id, 2014) en Cannes y el visionado personal de 'Tom à la Ferme' (id, 2013). Opté por omitir dicha información para no saturar el texto con un sin fin de títulos. 'Tom à la Ferme' no se disfraza de videoclip-hípster-marca Lady Gaga- sino que propone de forma honesta un thriller cuyo propósito es hacer pasar un mal rato al espectador en el sofá. El misterio late en cada minuto del metraje; en cada respiro, mirada y palabra de sus personajes. Esta vez Dolan no se salva de la quema pues la irregularidad del film es patente. Quien sí se disfraza es el propio Dolan, cuya irrisoria mutación se acerca al joker de Heath Ledger de 'The Dark Knight' (Christopher Nolan, 2008). ¿Adivináis la orientación sexual del protagonista? Ajá. Lo mejor es, por supuesto, la macabra tensión sexual no resuelta entre Tom y su ex-cuñado Francis y cómo la granja parece ejercer una especie de embrujo en todos sus personajes. Como el hotel de 'El resplandor' (Stanley Kubrick, 1980), ¡vaya! Contar con un final tan ambiguo y anti-climático no juega a su favor. Considero desacertado que Francis -el supuesto villano de la función- muestre sus verdaderas intenciones desde el minuto uno mientras que Agathe, la madre, vire poco a poco de una madre coraje en luto hacia una figura maternal tirana. Incluso Tom alterna el papel de víctima con el de verdugo. Sorpresón que salga Evelyne Brochu (la científica bollera de 'Orphan Black'); su aparición en escena propicia el mejor tramo y caldea aún más si cabe el ambiente. El discurso y el fondo de la película son apabullantes pero la forma impide todo tipo de notoriedad. Quizás un mayor derrame de sangre hubiera dotado de oxígeno al clímax y al conflicto para así no abusar de una omnipresente violencia verbal. La escena en cuestión muestra a la perfección el patrón por el que se rige el director canadiense.

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