Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

jueves, 27 de junio de 2013

Palabras que desbordan el alma



Spoilers de la segunda temporada de 'In Treatment' |"Pensé que el cáncer me limpiaría de toda esta mierda. Pensé que finalmente dejaría de obsesionarme sobre cómo ser la mejor en todo y todas las razones por las que debería odiarme a mí misma y al resto. Pensé que finalmente empezaría a pensar en general pero las cosas se han oscurecido en mi cabeza. Ya no creo más en nada. No creo en el amor... o en mi madre... o en mi cuerpo... o en ti. Debido a toda esta estúpida terapia ya ni siquiera creo más en mí misma. Literalmente no tengo ni idea de por qué debería levantarme de la cama por la mañana."

Menudo discursito suelta April (Alison Pill), mi personaje favorito, durante los últimos minutos del 2x27 de 'In Treatment'. Su segunda temporada es incluso más dura que la primera. Y mucho, mucho más retorcida. Echo de menos a la femme fatale de Laura y la atracción casi mortífera entre ella y Paul como epicentro de la serie (*). Echo también de menos la relación paterno-filial entre el protagonista y Sophie. Alex, Amy y Jake no se ganaron mi afecto lo suficiente como para extrañarlos (**). Pero las similitudes son presentes tanto en la interacción psicólogo-paciente como en los temas que se abordan a lo largo de las siete semanas de terapia; el eterno "de tal palo, tal astilia" continúa intacto e incluso se intensifica en el conflicto. El suicidio también sigue siendo el elefante rosa en la habitación. Ahora es Mia quien está detrás del galán protagonista debido a su pasado en común ("Me debes un embarazo" le espeta). Bess y Luke son una extensión de lo que podrían haber llegado a ser Amy y Jake si hubieran tenido un hijo no deseado; igual de egoístas e irresponsables. Walter es el Alex blanco, anciano e igual de prepotente y rudo que no acepta la caída tras el éxito profesional. April es la nueva Sophie. Y Paul sigue siendo Paul; un poquito más triste, más frágil, más puñetero pero más humano y consciente de que debe reconciliarse con su vida y su mundo. La serie desarrollada por Rodrigo García continúa en la pole position de casiperfección en su segundo año; se le puede achacar algún que otro defecto (***) pero cuando sus personajes dan un puñetazo sobre la mesa, el mundo y los corazones de los espectadores se paran. Toca escucharles con atención, agachar la cabeza y asimilar el mensaje.

(*) El idilio se alargó en demasía y la formación del atípico triángulo amoroso con Alex me pilló de sorpresa.
(**) Me da la sensación de que todos ellos fueron una especie de "deux ex machina" con el fin de avanzar/revolucionar las tramas del resto de personajes.
(***) Intermitente coherencia. Personajes irritables. Cliffhangers culebronescos. Descafeinada recta final.

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