Empecé este blog con 16 años y otro nombre (Dime que series ves y te diré cómo eres). En un principio solo hubo cabida para las series de televisión, pero más tarde amplié el contenido a todo aquello con un mínimo de ficción, incluso la propia vida. Decía Susan Sontag en Contra la interpretación que «en las buenas películas existe siempre una espontaneidad que nos libera por entero de la ansiedad por interpretar». Pero Carrie Bradshaw también decía en la excelente Sexo en Nueva York: «No pude evitar preguntarme».

miércoles, 15 de mayo de 2013

'Rubicon', lenta pero fructífera partida de ajedrez

Jessica Collins, James Badge Dale y Arliss Howard (de izq. a dcha.) en una escena del piloto






Sin spoilers | Presentemos dignamente a 'Rubicon'. Sus trece (y únicos) episodios siguen la "no-vida" de Will Travers, quien por una serie de sucesos (crucigramas, tréboles, supersticiones, un accidente ferroviario...) que atentan un tanto a la paranoia, comienza el rastro de una posible conspiración. A gran escala por supuesto. Todo ello le absorbe de su reducida vida personal y le entrega por completo a su trabajo puesto que él, precisamente, se dedica a ello: a buscar patrones, predecir los pasos de los actores sociales internacionales y observar el mundo desde las oficinas de un Think Tank de Nueva York, todo un submundo de personajes que oscilan entre el gris más oscuro y el negro, entre el mayor sopor o el gratificante estupor.

Los dos primeros minutos que dan pistoletazo de salida al piloto de 'Rubicon' son intriga pura y dura. Y algo muy retorcido. El espectador es testigo de cómo una bonita estampa familiar rápidamente se transforma en tragedia. La banda sonora ya la anticipa; el resto de escenas previas a la intro la confirman. El trébol de cuatro hojas hace aparición y junto al revólver no tardan en marcar el destino de todos y cada uno de los personajes que nosotros aún no conocemos. Ellos tampoco son conscientes de las consecuencias de un mero trébol de cuatro hojas; en 'Rubicon' la planta representa la antítesis de su tradición y la tónica general de la serie: ni rastro (aparente) de esperanza, fe, amor o suerte. Tan sólo el amor de vez en cuando aflora en la superficie pero muy tímidamente. El trébol es la muerte anticipada.

Ya tenemos misterio. Tan sólo nos faltan el héroe atormentado con pintas de guarrete-pero-sin-pintas-de-guarrete (?), la colección de posibles amantes del héroe,  los malos malísimos, los buenos que parecen malos, los malos que parecen buenos, subtramas aparentemente sin rumbo fijo que llaman al clamor, al aburrimiento y a la paja, el café y los donuts a primera hora de la mañana, la mala leche, el humor ácido, la paranoia, la conspiración, los ecos de los atentados del 11-S y los cliffhangers, ¡que los hay! ¿Ya os habéis perdido? Pues no os queda nada; exactamente 12 episodios.

¡Dentro intro! Disfrutad de los detalles, la lentitud (virtud y defecto de la serie), la poderosísima banda sonora, la ausencia de clichés en la construcción de algunos personajes (el oro se lo lleva Kale Ingram), la ambigüedad e incluso la placentera desconfianza hacia algunos de ellos, la convergencia de tramas paralelas y una recta final (a partir del ecuador de la temporada más o menos) de aúpa. La paciencia tiene recompensa y hay giros de guión que le dejan el culo roto al espectador. Eso sí, no hay final-final. Y jode.

Un último apunte. El motivo por el que estoy volviendo a ver la serie es una asignatura de mi carrera: Ciencia política y relaciones internacionales. Con un poquito de conocimiento a cerca de los Think Tank y la geopolítica mundial, 'Rubicon' escala en interés y en entendimiento. No es una serie de excelente pero sí de notable. ¿Carne de maratón? Quizás. ¿Carne de revisionado? Completamente.

1 comentario :

  1. Algún dia que tenga tiempo para ver taaaaaaantas series y películas ya sabré que visitar. ¡Cuando quieras te hago otro encabezado y eso!

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